Sus discursos fueron ideados mientras efectuaba sus tareas cotidianas; mientras estaba en la mesa comiendo, mientras caminaba en la calle, mientras ordeñaba la vaca, mientras hacia su viaje diario a la carnicería y al almacén. Siempre se le veía abstraído en sus reflexiones antes de cualquier discurso. Anotaba ideas, fragmentos, frases en sobres viejos, pedazos de papel, trozos de cartón y los guardaba en el techo de su sombrero de copa. Cuando tenia tiempo los leía y los ordenaba para luego escribir y revisar el discurso hasta darle el pulimento final para pronunciarlo.
“Una casa dividida contra si, no puedo sino caer. Tengo para mi que este gobierno puede subsistir permanentemente, una mitad esclavo y una mitad libre”.
Para el discurso de Gettysburg (La junta encargada del cementerio de Gettysburg decidió rendir un homenaje de consagración a los soldados que allí reposaran) se dice que Lincoln fue invitado a participar como orador después del mismísimo Edward Everett (había sido ministro de Boston, Presidente de Harvar, Senador, Gobernador de Massachussets, embajador ante el gobierno británico y secretario de Estado: Era considerado como el mejor orador del país).
Cuando le hicieron la invitación al Sr Everett, este pidió con mucho tino que le dieran más tiempo. La fecha prevista 25 de octubre 1863, se cambio al 19 de Noviembre.
Los últimos 3 días Everett los pasó recorriendo el campo de batalla, familiarizándose con lo que allí hubiera ocurrido esos días de meditación y consideración fueron una preparación excelente. Tornó en real, en su mente la batalla.
Lincoln empezó a prepararse de inmediato ante tal invitación. Escribió a Edware Everett para solicitarle una copia de su discurso, a tres días del evento fue a una galería para que le hicieran un retrato, donde se dice, llevó el manuscrito de Everett y lo leyó mientras esperaba que el fotógrafo lo atendiera. Pensó en el discurso durante varios días, mientras iba a la Casa Blanca, al Ministerio de Guerra, cuando regresaba, cuando descansaba, antes de dormir, etc.
Redacto un bosquejo en un papel de oficio, que luego guardo en el techo de su sombrero de copa. Meditaba sin cesar sobre el discurso y sin cesar el discurso iba tomando forma. El domingo anterior le comento a un amigo: - Lo he escrito 2 ó 3 veces y no esta listo, y no estaré satisfecho hasta que le dé otro retoque.
Una noche anterior al evento llegó al pueblo de Gettysburg, el pueblo que contaba con una población de 1300 habitantes. Esta noche se desbordaba con más de 15000 personas.
Las aceras estaban abarrotadas, intransitables. 6 bandas de música amenizaban el pueblo, la multitud cantaba y reinaba un ambiente festivo.
Lincoln seguía preparándose, durante la noche fué a una casa vecina donde se hospedaba un ministro y le leyó el discurso para que lo criticara. Al día siguiente, después del desayuno seguía puliendo el documento, trabajo sin descanso hasta que tocaron a su puerta para informarle que ya era hora de ocupar su puesto en la procesión.
Ya en la procesión cuenta el Coronel Carr, que vio el Presidente Lincoln con una actitud que nunca le había visto. El Presidente monto su caballo y totalmente erguido como si desempeñase su papel de General del ejercito seguro y con decisión remonto el camino.
Discurso en Gettysburg, 19 de Noviembre de 1863
Ochenta y siete años han transcurrido desde que nuestros padres fundaron en este continente una nueva nación concebida en la libertad, y dedicada a la proposición de que todos los hombres han nacido iguales. Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil, poniendo a prueba si esa nación, o cualquier otra nación, con aquel objeto concebida y dedicada, puede perdurar. Nos encontramos reunidos en un gran campo de batalla de aquella guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como lugar de eterno descanso para aquellos que aquí perdieron la vida para que aquella nación pudiera vivir. Es propio, y a la vez justo, que lo consagremos. Con más amplio entendimiento, sin embargo, nosotros no podemos dedicar – no podemos consagrar, no podemos santificar- este lugar. Los bravos, vivos y muertos, que lucharon aquí lo han hecho ya, por encima de nuestra propia protestad de acrecentarlo o rebajarlo. El mundo podrá restarles muy poco, ni recordará por mucho tiempo lo que digamos aquí; pero nunca olvidará lo que ellos hicieron. Corresponde a los vivos, a nosotros, continuar la obra incompleta de los que pelearon en este sitio con tanta nobleza. Es mejor que nosotros vengamos aquí a consagrarnos a la gran labor que nos queda por delante – la de que estos muertos venerados afirmen nuestra devoción por la causa a que ellos de consagraron con definitiva, ardorosa medida – que esta nación, bajo Dios, renacerá con la libertad – y que el gobierno del pueblo, por el pueblo, no desaparecerá de la tierra.
“Una casa dividida contra si, no puedo sino caer. Tengo para mi que este gobierno puede subsistir permanentemente, una mitad esclavo y una mitad libre”.
Para el discurso de Gettysburg (La junta encargada del cementerio de Gettysburg decidió rendir un homenaje de consagración a los soldados que allí reposaran) se dice que Lincoln fue invitado a participar como orador después del mismísimo Edward Everett (había sido ministro de Boston, Presidente de Harvar, Senador, Gobernador de Massachussets, embajador ante el gobierno británico y secretario de Estado: Era considerado como el mejor orador del país).
Cuando le hicieron la invitación al Sr Everett, este pidió con mucho tino que le dieran más tiempo. La fecha prevista 25 de octubre 1863, se cambio al 19 de Noviembre.
Los últimos 3 días Everett los pasó recorriendo el campo de batalla, familiarizándose con lo que allí hubiera ocurrido esos días de meditación y consideración fueron una preparación excelente. Tornó en real, en su mente la batalla.
Lincoln empezó a prepararse de inmediato ante tal invitación. Escribió a Edware Everett para solicitarle una copia de su discurso, a tres días del evento fue a una galería para que le hicieran un retrato, donde se dice, llevó el manuscrito de Everett y lo leyó mientras esperaba que el fotógrafo lo atendiera. Pensó en el discurso durante varios días, mientras iba a la Casa Blanca, al Ministerio de Guerra, cuando regresaba, cuando descansaba, antes de dormir, etc.
Redacto un bosquejo en un papel de oficio, que luego guardo en el techo de su sombrero de copa. Meditaba sin cesar sobre el discurso y sin cesar el discurso iba tomando forma. El domingo anterior le comento a un amigo: - Lo he escrito 2 ó 3 veces y no esta listo, y no estaré satisfecho hasta que le dé otro retoque.
Una noche anterior al evento llegó al pueblo de Gettysburg, el pueblo que contaba con una población de 1300 habitantes. Esta noche se desbordaba con más de 15000 personas.
Las aceras estaban abarrotadas, intransitables. 6 bandas de música amenizaban el pueblo, la multitud cantaba y reinaba un ambiente festivo.
Lincoln seguía preparándose, durante la noche fué a una casa vecina donde se hospedaba un ministro y le leyó el discurso para que lo criticara. Al día siguiente, después del desayuno seguía puliendo el documento, trabajo sin descanso hasta que tocaron a su puerta para informarle que ya era hora de ocupar su puesto en la procesión.
Ya en la procesión cuenta el Coronel Carr, que vio el Presidente Lincoln con una actitud que nunca le había visto. El Presidente monto su caballo y totalmente erguido como si desempeñase su papel de General del ejercito seguro y con decisión remonto el camino.
Discurso en Gettysburg, 19 de Noviembre de 1863
Ochenta y siete años han transcurrido desde que nuestros padres fundaron en este continente una nueva nación concebida en la libertad, y dedicada a la proposición de que todos los hombres han nacido iguales. Ahora estamos empeñados en una gran guerra civil, poniendo a prueba si esa nación, o cualquier otra nación, con aquel objeto concebida y dedicada, puede perdurar. Nos encontramos reunidos en un gran campo de batalla de aquella guerra. Hemos venido a consagrar una porción de ese campo como lugar de eterno descanso para aquellos que aquí perdieron la vida para que aquella nación pudiera vivir. Es propio, y a la vez justo, que lo consagremos. Con más amplio entendimiento, sin embargo, nosotros no podemos dedicar – no podemos consagrar, no podemos santificar- este lugar. Los bravos, vivos y muertos, que lucharon aquí lo han hecho ya, por encima de nuestra propia protestad de acrecentarlo o rebajarlo. El mundo podrá restarles muy poco, ni recordará por mucho tiempo lo que digamos aquí; pero nunca olvidará lo que ellos hicieron. Corresponde a los vivos, a nosotros, continuar la obra incompleta de los que pelearon en este sitio con tanta nobleza. Es mejor que nosotros vengamos aquí a consagrarnos a la gran labor que nos queda por delante – la de que estos muertos venerados afirmen nuestra devoción por la causa a que ellos de consagraron con definitiva, ardorosa medida – que esta nación, bajo Dios, renacerá con la libertad – y que el gobierno del pueblo, por el pueblo, no desaparecerá de la tierra.
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